martes, 30 de abril de 2013

UN GIRO INESPERADO EN LA VIDA...




Buenas tardes queridos bibliófilos.

Os invito a merendar, puede que no sea lo mas dietético, pero ayuda mucho a quitar el frio en esta tarde gélida.

Tengo que deciros, que he llevado parte de la mañana jugando con las teclas de mi ordenador para poner en orden mi cabeza, que hoy no esta en su mejor día, aunque haciendo un hueco a la honradez, días peores hemos pasado juntas.

Hoy la mañana nos ha dado los buenos días con la imagen a la que nos tiene acostumbrados últimamente, frío, nubarrones amenazando lluvia, y la gente mas o menos ensombrecida, aunque esta tarde el Sol nos quiere arrancar una sonrisa, dejándose ver tímidamente entre nube y nube.

Estaba dispuesta a que el día fuese distinto a lo que pretendía ser. Tenia toda la intención de contaros una historia soprendente y así conseguir arrancar algún que otro pensamiento en las mentes entristecidas que últimamente se ven por ahí.

Pero cual ha sido mi sorpresa cuando me he visto tecleando frases sin sentido en esta hoja de papel ficticio que tengo frente a mi. Me he parado y he reconocido el abandono de las musas, en ese momento, he apagado mi ordenador y he dedicado mi tiempo a pasear por la montaña, estirando mi cuerpo y poniendo en forma mi mente. La naturaleza, nos trasmite sus vibraciones y con ella somos capaces de ver lo que en otro lugar no captaríamos.

Ahora, limpia de las impurezas metales de la mañana, voy a intentar retomar lo que me he dejado a medias, no os prometo nada, la inspiración, esa divina musa vestida de blanco, tienen la facilidad de dejarse ver o no!, ella manda…




Salió de trabajar agotada, había tenido una larga noche, los pacientes se amontonaron sin control en la sala de urgencias del hospital donde trabajaba de residente desde hacia unos meses, fue una noche difícil y ni un minuto de respiro tuvieron.
La calle presentaba ya el movimiento típico de un día laboral como cualquier otro.
Elena, tenia la suerte de vivir a las afueras de la ciudad, en un pequeño barrio residencial donde tenia un apartamento diminuto,  pero lo suficientemente acogedor como para disfrutar del ruido del mar todos los días y la compañía de Alex, un gato gruñón que se encontró en el portal de casa el día que decidió cambiar su piso de ciudad, por ese pequeño loft completamente diáfano a pie de mar.
Tan solo pensaba en llegar casa y recostar su cansado cuerpo en el mullido sillón que había comprado hacía unos días, acariciar a su gato y sobre todo dejar de pensar, necesitaba dejar de pensar en lo que le estaba pasando, no quería seguir sintiendo esa angustia que la tenia desubicada completamente.
Por otro lado, la mañana le sugería pasear por la ciudad disfrutando de ese Sol veraniego que seguía insistiendo en quedarse, aunque el otoño ya había marcado hacía un tiempo su entrada en el calendario. Camino de su coche cambio de nuevo de opinión, llegaría a casa, se daría una ducha y se pondría ropa lo suficientemente cómoda para pasear por la playa y poner orden a sus pensamientos, sabia que era la mejor forma para solucionar lo que le estaba tocando vivir.
Al abrir la puerta de su apacible morada, la recibieron los maullidos de Alex, parecía reprimirla por dejarlo solo tanto tiempo. Alex, se paseó entre sus piernas dandole los buenos días, para marcharse rápidamente al sillón nuevo sin pedir permiso a nadie, estiró su cuerpo peludo de un lado a otro y enroscándose sobre él se quedó dormido.
Elena, se preparó un buen café con leche, para tomar algo sólido, decidió acompañarlo con un bollo de chocolate que le habían traído una compañera de trabajo, que andaba practicado unas nuevas recetas de repostería que le había pasado su madre. Se apoyó en el cristal del balcón mirando el enfado que tenia el mediterráneo esa mañana, probablemente por la falta de bañista disfrutando en sus aguas. Los turistas habían abandonado las playas hacia ya un par de meses y tan solo se les veía por ahí los fines de semana, cosa que a Elena no le disgustaba tanto como al mar.
Después de ese desayuno que le sentó espectacularmente, acarició a Alex provocándole un protestado maullido y se dirigió a la ducha sin perder un minuto.
Se puso un atuendo cómodo para caminar y se recogió el pelo con una gorra de béisbol que su hermano pequeño le regaló el día de Papá Noel, se quedó mirando sus ennegrecidas ojeras que no dejaban lugar a dudas de su cansancio, pero ella sabia que también eran parte de los pensamientos que la tenían absorta últimamente.
Se preparó una bolsa con una toalla, agua y algo de comida para pasar un día en contacto con su ser mas profundo. Antes de salir, se acercó a Alex diciéndole: "voy a salir de nuevo, tienes comida y agua, se bueno y no arañes el nuevo sillón",  la miró sin hacer un solo ruido y volvió a colocar su cuerpo huesudo en el mullido lugar donde estaba.
Por primera vez en mucho tiempo, el día parecía estar de su lado, Elena paseó tranquilamente por la playa tomándose su tiempo, introduciendo sus pies en una arena fina y húmeda que provocaba el masaje relajante que necesitaban, a lo lejos, se dejaba ver su lugar preferido, unas rocas ocultas a la vista de cualquier transeúnte que hubiese decido hacer lo mismo que ella. Al llegar, sacó la toalla y tumbó su cansado cuerpo sobre ella, disfrutando del calor del sol y el ruido tranquilizador de las olas del mar, el olor a salitre la trasladaba a esos momentos maravillosos cuando toda la familia disfrutaba de las vacaciones en casa de su abuela Elena, donde pasó los mejores días de su infancia, recordaba con amor, esas tardes frente al mar con su abuela, que era su mayor confidente, de pronto se quedó pensando: "cuanto daría porque estuviese aquí conmigo en estos momentos tan duros de mi vida" "Abu, se que me puedes escuchar, ¿cómo le hago frente a todo lo que me esta pasando?" "Tu siempre tenias las palabras certeras para ayudarme, y ahora las necesito más que nunca" 
Se incorporó un poquito para recrear su mirada en el horizonte, se sentía bien en ese lugar, lo descubrió por casualidad, fue aquel día que intentaba tomar el sol sin que todos los niños del mundo corriesen a su alrededor tirando arena y agua sobre ella. La paz que ahí se respiraba le producía una indecible sensación de bienestar.
Volvió a tumbar su cuerpo en la toalla y se quedó mirando al cielo... Lo que quería hacer en ese momento era cerrar sus ojos y dejar pasar el tiempo hasta que todo hubiese terminado, pero ella sabia que eso no sucedía así, tenia que poner en orden sus pensamientos, sus ideas, sus sentimientos, tenia que ordenar uno a uno todos los cajones de su vida, el problema estaba en el dolor que eso le provocaba, e iba dejando atrás día tras día el comenzar con la labor, ¿cómo pone uno orden a la vida que desconoce?, ¿cómo se le pone orden a algo que no quieres que sea así? Cerró los ojos y sintió como las lagrimas resbalaban por sus mejillas mientras pedía un deseo, "quiero que todo vuelva a ser como antes, quiero que al abrir mis ojos Mario esté junto a mi disfrutando de una veraniega mañana de otoño,"introducida plenamente en sus pensamientos, escucho su voz diciéndole: "Mi amor, hace una mañana perfecta para tenerte a mi lado, deseo que las horas no pasen, hoy será un día inolvidable, siempre estaré a tu lado, ¿lo sabes verdad?"
Algo la sobresaltó y asustada abrió sus ojos, Mario no estaba, ¿donde se había ido? de pronto descubrió que se había quedado dormida, todo había sido un sueño, Mario hacia muchos meses que ya no estaba junto a ella, la vida se lo había arrebatado sin explicación alguna, y ahora se encontraba sola en una vida que no era la que estaba en sus planes de futuro, la angustia por la perdida de Mario la estaba matando y no sabia como hacerle frente a tanto dolor.
Desconocía cuanto tiempo había pasado, pero el día maravilloso que la había llevado hasta ahí, ya no estaba, y en su lugar, unos nubarrones de un negro que asustaban pretendían descargar sobre ella toda la furia que llevaban acumulada en su interior. Recogió aprisa todo lo que había traído y comenzó a caminar con paso rápido hacia su casa, esperando que la lluvia le diese un respiro, pero no había dado ni cien pasos, cuando toda la rabia de los cielos se abrió sobre ella.
Llego a casa exhausta y empapada de agua hasta los huesos, comenzó a quitarse la ropa mientras se dirigía al baño, con la mirada de sorpresa de Alex vigilando cada uno de sus movimientos.
Alcanzó la toalla y comenzó a secar todo su cuerpo, no entendía que pasaba, seguía sintiendo su cara mojada, no conseguía secarla.

 Mirándose al espejo descubrió que estaba llorando sin cesar, se sentó en el suelo del baño y dejó abierta la puerta hacia su llanto, no sabia si lloraba porque el sol ya no brillaba, o porque no conseguía cerrar los ojos sin pensar en Mario. Cuando las fuerzas comenzaron a volver, se levantó y volvió a meterse bajo la ducha, en este caso para calmar el temblor de su cuerpo, no sabia cuanto tiempo había estado en shock.

Salió del baño con la angustia aun acoplada en su corazón. Cuando volvió la mirada hacia su salón, la noche ya amenazaba con acompañarla, se acomodó junto a Alex en el sillón, y se dejó llevar por el camino donde la realidad se confunde con la ficción, donde los sueños se confunden con la autenticidad, donde queremos estar cuando nos sentimos perdidos, ahí, en lo mas profundo de su ser se acopló, con la compañía de los nubarrones que ahora estaban en sus ojos, derramando lagrimas incontroladas sobre sus pensamientos... 






Bueno queridos lectores, hasta aquí hemos llegado hoy, fin de una primera parte, en breve seguiremos dandole forma entre línea y línea a la historia de Elena y Mario, deshilando la angustia que se genera en la profundidad del ser, cuando tu vida gira hacia ese lugar oscuro inundado de abandono y soledad.

Cuando los días se convierten en un color matizado de grises, los pensamientos se desordenan, y solo nuestra fuerza interior nos ayudará a recolocar cada uno en su lugar... No nos dejemos abandonar por los sucesos de la vida, mirémoslos como las enseñanzas de nuestra existencia y aprendamos de cada uno de ellos la lección que viene explícita en el mensaje...

La vida os dará la luz suficiente para ser felices... Pero vosotros no os olvidéis de SONREÍR.



sonríe a la vida, tenga el color que tenga...

















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