lunes, 13 de mayo de 2013

UN GRITO INESPERADO EN LA VIDA (2ª PARTE)





Buenos días Bibliófilos.

¿Que tal os va la vida desde que no os escribo? 

Yo os he extrañado mucho, estaba acostumbrada a teneros todos los días cerca, pero llevo una rachita complicada y las horas se me convierten en minutos casi sin darme cuenta.

Pero en fin, ya estoy por aquí de nuevo y espero que el tiempo me de un margen para poner en funcionamiento de nuevo a mis musas, que andan de vacaciones últimamente.

Se que tengo a Elena y Mario abandonados, y que hay alguno de vosotros que ya anda pidiendo el siguiente capitulo, de lo cual yo me alegro y mucho, por ello tendré que poner pluma en el asunto y seguir con ellos un poquito mas.

Permitirme que prepare el escenario para la ocasión:
  • Un buen café, con el aroma suficiente para embriagar mi olfato, con ese sabor a tierras lejanas que deleite mi paladar.
  • La música cautivadora de Pasión Vega “Banderas de Nadie”
  •  Y una vela con olor a vainilla que le dará calma a mi interior.


Ahora podemos darle rienda suelta a los recuerdos, poniendo sobre las líneas de una hoja de papel ficticio las vidas de nuestros personajes, acompañados de la profundidad del sentimiento y el acople de las circunstancias vividas.

Espero que mi pluma y mis musas consigan llegar con esa profundidad a todos vosotros.


… El Sol radiante dio los buenos días a Elena con una mañana espléndida, “cualquiera diría que ayer parecía que el mundo se iba a terminar”, pensó Elena acomodando su cuerpo al de Alex que seguía junto a ella en el sillón. “Buenos días Alex, ¿te apetece un buen desayuno?” con uno de sus maullidos le respondió que si. Elena le acarició un ratito mientras el ronroneaba sin tener ninguna intención de levantar su vago cuerpo del lugar donde se encontraba. “Hoy Alex vamos a poner en orden nuestra vida, no podemos seguir así”

Elena dio un salto del sillón y seguida por Alex se dirigió a la cocina dispuesta a preparar un buen desayuno para los dos, le puso una lata de comida a Alex, la que mas le gustaba y después puso en marcha su cafetera y un par de rebanadas de pan de Espelta en su tostadora nueva. 
El sol entraba hasta su cocina produciéndole una sensación de bienestar digna de buenos momentos.


Puso en una bandeja  su primera comida del día y se dirigió hacia la terraza, quería sentir en su piel la brisa de la mañana, el clima, el sol y un buen desayuno le ayudarían ha poner en orden los pensamientos que ayer la llevaron a un estado de shock que no debía, ni podía permitirse mas.
Durante un rato, decido no pensar, tan solo disfrutar del momento que estaba viviendo, miró hacia el mar que le daba la fuerza que ella necesitaba cada vez que lo observaba, “¿Qué es lo que tienes que siempre me ayudas a poner en orden mis pensamientos?" Desde pequeña, fue uno de sus mejores aliados, cuando no sabia como resolver algo, su sonido, olor e imagen le daban la calma para poder asimilar y decidir que hacer, hoy sigue siendo igual. 
Saboreó con calma su café con leche y divisó el horizonte sin prisa alguna, no sabe cuanto tiempo pasó sin pensar, pero ya tocaba ducha y orden mental, tenia toda la intención de poner fin a su traumática situación emocional.
Realizó los mismo pasos del día anterior, ducha, gorra, bolsa con toalla y alimentos, se despidió de Alex y puso en marcha su paso para dirigirse a su lugar preferido frente al mar, tan solo esperaba que hoy el sol no volviese a engañarla y le permitiese pasar un día meditando frente a la tranquilidad del mediterráneo.
Después de un relajado paseo por la playa, llego al acantilado y se acomodó en ese su lugar preferido.
Respiró profundamente y como por arte de magia los engranajes de su mente se pusieron en marcha, acomodando las ideas que amontonadas y desordenadas no la dejaban en paz últimamente. Pero hoy eso iba a comenzar a cambiar.

Elena y Mario se conocieron el primer día de clase en la facultad de medicina. Se encontraba perdida cuando alguien le salió al encuentro y le dijo: “Hola soy Mario y no tengo ni idea de donde tengo que ir, ¿me puedes ayudar?” Elena le miró sorprendida de que alguien con tanta soltura se encontrase perdido, también la asombró su atractivo, era alto, moreno y muy guapo. “Lo siento, pero estoy tan perdida como tú, es también mi primer día” “bueno, entonces intentemos encontrarnos juntos, si te parece bien” le dijo Mario con una sonrisa, que dejo ver una dentadura perfecta y bien cuidada. Comenzaron a caminar juntos y Mario le dijo: “No tienes nombre” Elena, avergonzada por no presentarse cuando él lo hizo, se ruborizó y aguachó su mirada diciéndole “disculpa me llamo Elena”, “bonito nombre para una cara bonita” el piropo de Mario hizo que la cara de Elena pareciese el sol en una mañana perfecta de verano, Mario sonrió al ver el rubor en su cara y continuó caminando si decir ni una sola palabra, pero algo pasó en su interior.
Los días fueron pasando y ese primer encuentro, fue dando lugar a una gran amistad.
No disfrutaban de las mismas clases, pero como por arte de magia solían encontrarse en los pasillos al término de las mismas, como dos buenos colegas, se dedicaban a comentarlas mientras paseaban por los alrededores del campus. A la hora de la comida solían acudir juntos al comedor, donde seguían disfrutando de cada uno de los momentos que les daba su tiempo libre. Cuando llevaban dos meses desde su primer encuentro, Mario comenzó a acompañar a Elena todos los días a su casa al finalizar las jornada y la recogía a la mañana siguiente para continuar con sus rutinas en la facultada de medicina,  iban sintiendo como sus vidas se unían en algo mas que una amistad. Sus compañeros de facultada siempre comentaban: "Estos dos terminaran rodeados de hijos" produciendo el rubor en la cara de Elena y la satisfacción en la de Mario. "Dejadnos en paz envidiosos" era la respuesta de Mario con una gran sonrisa que no necesitaba explicación alguna.


A finales del primer curso,   aceptaron abiertamente  su relación, haciendo oficial lo que ya todo el mundo sospechaba.


Fueron pasando los años y los cursos, mientras se convertían en los maravillosos facultativos que serían en un futuro. Su amor iba creciendo con la misma fuerza y solidez con que crecía su formación. Su relación era envidiada por muchos de sus compañeros, eran esa pareja perfecta que todos querían para ellos.

Por esas eventualidades que se nos presentan en la vida y cuando menos lo esperaban, ante ellos apareció una espesa penumbra que eclipsó su inquebrantable estar. 
En el cuarto trimestre del último curso, tenían que tomar la decisión de hacia donde dirigir su carrera, era el momento de optar por el lugar donde pasarían un tiempo como interinos para terminar de poner en práctica todo lo aprendido.
Pasaron dos semanas discutiendo sobre como resolver el problema que los estaba enfrentando, Elena había conseguido una notas extraordinarias a lo largo de su carrera y tenia grandes oportunidades, Mario al contrario que ella, había ido cursando las asignaturas con los mínimos establecidos, lo que parecía no haber sido un problema en el trascurso de los años, ahora era la causa de la fisura que se iba estableciendo entre ellos. Aparecía la primera rivalidad por la competencia de sus carreras.
Tras varios días de discusión y por primera vez en este tema, no consiguieron llegar a un acuerdo. Con la pena acoplada en el corazón Elena aceptó la decisión que Mario le brindó, darse un tiempo y pasar unos meses separados. Irían a hospitales y ciudades distintas. Gracias a las notas que Elena había sacado, superiores a las de Mario en un 60%, pudo elegir uno de los hospitales mejores en Barcelona, el Hospital Clinic. Mario eligió pasar su formación practica en el hospital Can Misses de Ibiza. 
Elena, nunca entendió que le hizo tomar esa decisión y optar por un destino que les separaba tanto, ya que tenia la posibilidad de haber elegido un hospital en Barcelona o los alrededores, de esta forma habrían tenido la oportunidad de seguir viéndose aunque solo fuese en los días libres tras sus guardias, para así poder ir limando las asperezas que habían aparecido inesperadamente en sus vidas.

Elena salió de sus recuerdos con un ruido estridente que no sabia de donde llegaba, se incorporó y pudo ver a una pareja joven que gritaba y lloraban pidiendo ayuda, Elena fue hacia ellos sin pensarlo y preguntó: “¿qué pasa?” al girarse el joven para mirar quien había tras el, pudo ver como sujetaba el pie de la chica que sangraba sin parar, Elena le dijo: “Soy médico, déjame ver que puedo hacer” no era nada importante, aunque tendrían que curarla y darle algún punto de sutura que le impediría caminar durante unos días, la  herida fue a causa de andar descalza por las rocas, “necesito agua para lavarla y así poder analizar mejor que se ha hecho”, el chico sacó a toda prisa de su mochila una botella de agua mineral y se la pasó a Elena, “espera un momento, tengo un botiquín aquí mismo y le haré la primera cura” le dijo Elena mientras se dirigía hacia las rocas para coger lo que por deformación profesional siempre llevaba encima. Le hizo una primera cura y le dijo que acudiese a un hospital para que le prescribiesen la vacuna antitetánica si lo creían conveniente los facultativos que estuviesen de guardia y una cura mas profunda, ella tan solo había practicado unos primeros auxilios para que dejase de sangrar hasta su llegada al hospital. 
Les acompaño hasta el coche llevando a la chica entre los dos, para así evitar que pusiese el pie en el suelo y volviese a sangrar, menos mal que habían aparcado cerca de allí, de lo contrario habría tenido que volver a levantar la cura para parar el nuevo sangrado. 
La pareja le dio las gracias a Elena y se pusieron en marcha hacia el hospital de la zona.





Elena, volvió al acantilado y aprovechó la interrupción para hacer un tentempié de media mañana…



Su pasión por la vida y por su profesión, son lo que hacen de Elena la maravillosa persona que es.
Cuando Elena se cruza en el camino de alguien, llena de luz y bienestar su vida, son de esas personas incondicionales, que se entregan con toda la profundidad de su ser.
Con su permiso, os voy redactando poco a poco  parte de su vida, sin entrar en su intimidad, pero contándole al mundo su fuerza de lucha y superación.
Yo conocí a Elena en un momento muy duro de mi vida, y fue su mano como persona y como médico lo que dio luz de nuevo a mi camino.
Desde hace quince años nuestros físicos no pueden fundirse en un abrazo, pero nuestros corazones siguen unidos con la misma profundidad de aquellos días. Cuando el destino nos presentó en aquella fría sala de hospital, ella llevaba una bata blanca y yo a un bebé en los brazos.
Elena gracias por ser como eres, pero sobre todo GRACIAS por estar siempre ahí.
Tu amiga que siempre te lleva en el sur de su corazón.

Bueno queridos lectores, hasta aquí llega hoy la historia de Elena y Mario, espero que disfrutéis con ella tanto como yo contándola.
Nos vemos pronto... vivir la vida plenamente y ser felices.
Pero sobre todo y ante todo... Sonreír, ya sabéis que es nuestra fuerza vital.




















































No hay comentarios:

Publicar un comentario